
by Rubén Martín / El Respatable 05 de agosto de 2021
EN REALIDAD CUANDO POBLADORES DE CUALQUIER CIUDAD PADECEN AFECTACIONES POR UNA TORMENTA U OTRO FENÓMENO, NO SE TRATA DE ACCIDENTES PROVOCADOS POR LA NATURALEZA SINO DE CATÁSTROFES PROVOCADAS POR LA HUELLA DE LA SOCIEDAD HUMANA…
En octubre de 2003 Sonia Serrano y yo iniciamos la publicación de una serie de reportajes sobre el acelerado crecimiento del negocio inmobiliario en Tlajomulco, aceitado por la corrupción mediante pagos de las constructoras a los regidores para que aceptaran en cabildo los planes parciales de desarrollo. Como no hay periodista sin suerte, para esa serie de reportajes publicados en el diario Público, contamos con la confesión de un regidor del PRD que aceptaba que los ediles recibían dinero de las inmobiliarias cada vez que aprobaban un nuevo fraccionamiento, ya fueran residenciales o populares.
En el extenso reporteo para producir el reportaje, nos tocó asistir a una reunión de ayuntamiento el 24 de octubre de ese año donde se sometió a discusión si se aprobaba la ampliación de construcción del fraccionamiento Villas de la Hacienda. Al final dicha petición se aprobó a pesar de que el entonces vicepresidente municipal (existía esa figura) Samuel González del PRI y el regidor Antonio Tatengo del PAN advirtieron que el fraccionamiento se construía en un terreno que fungía como una presa natural en tiempos de lluvias. Claramente alertaron que si se aprobaba la petición de la empresa inmobiliaria, a futuro habría inundaciones.
Y así fue. Apenas se terminó de construir el fraccionamiento y a ser habitado por los nuevos vecinos que no fueron advertidos de este riesgo, este complejo inmobiliario se inundó causando daño patrimonial y emocional a sus moradores. Eso ocurrió en 2006. Pero el daño sigue pasando. Apenas el pasado 14 de julio de este año la Unidad de Protección Civil de Jalisco informó de acciones de apoyo a los habitantes de Villas de la Hacienda que padecieron la inundación de las casas.
Recuerdo ahora esta decisión de autoridades de Tlajomulco de hace 18 años en ocasión de las graves afectaciones que las inundaciones han dejado en miles de pobladores de Zapopan, pero también en otros municipios metropolitanos. Lo recuerdo para subrayar que las inundaciones nunca se deben a “fenómenos naturales” como la mayoría de las veces justifican las autoridades.
En realidad cuando pobladores de cualquier ciudad o población padecen afectaciones por una tormenta u otro fenómeno, no se trata de accidentes provocados por la naturaleza sino de catástrofes provocadas por la huella de la sociedad humana. Dicho esto, no es que toda la humanidad sea responsable de los llamados equivocadamente “fenómenos naturales”.
NO, LA RESPONSABILIDAD NO ES UNIVERSAL. NO ES QUE CADA SER HUMANO SEA RESPONSABLE DE ESTOS “ACCIDENTES”.
Los responsables tienen nombre y apellido. Se trata de las autoridades que permitieron construir un fraccionamiento donde se sabía que se podía inundar, como es el caso que relato al comienzo de este texto, y es responsabilidad de la empresa inmobiliaria que compró tierra barata en esa zona que era presa natural y que sabía que se corría riesgo de inundación en el temporal y que a sabiendas de ello erigió un fraccionamiento y lo vendió a compradores que ignoraban el riesgo. Este caso que cito de Villas de la Hacienda se puede multiplicar por cientos en la zona metropolitana de Guadalajara.
Zonas de desastre y de graves afectaciones provocadas por las inundaciones, u otros accidentes y riesgos sociales, que no caen del cielo sino que son producidos por la colusión entre autoridades e intereses económicos que buscan una rentabilidad, una ganancia codiciosa en la valorización de un territorio a sabiendas de que eso puede provocar un riesgo a los potenciales pobladores.
En la zona metropolitana de Guadalajara tenemos incontables casos así, donde autoridades beneficiadas de incentivos privados autorizan desarrollos inmobiliarios que a la postre terminan en tragedias para los habitantes de esa zona.
La tragedia que ahora asola a cientos de familias de Zapopan afectadas por la inundación y destrucción de sus viviendas es un capítulo más de la serie de colusiones entre poder público e intereses inmobiliarios en esta ciudad.
Esta colusión entre poder público y negocios inmobiliarios no solo es negligente, sino también criminal porque en muchos casos sabían del riego que implicaba construir y edificar en la zona elegida. Las inundaciones no llegan solas. Las provoca esta colusión entre autoridades y negocios inmobiliarios.Principal
