por Lauro Rodríguez / ntrguadalajara.com

 22 de Abril de 2022, 06:00 –

(MEMORIA. En el barrio de Analco se recuerda a las víctimas de distintas formas. Entre las calles Gante y Matías Romero hay una barda en la que están los nombres de los fallecidos.   Foto: Jorge Alberto Mendoza)

A la fecha, las imágenes de las explosiones del 22 de abril de 1992 no se borran de la memoria de los sobrevivientes. 

“¿Qué quieres que te platique? ¿Que te platique de asesinos, de ladrones, sinvergüenzas?”. Así inicia la plática don Juan Fernando Acosta Fregoso, adulto mayor de 80 años y superviviente de las explosiones registradas en Guadalajara, tragedia por la que su empresa se fue a la quiebra. 

Los tres calificativos de Juan, dice, aplican a las autoridades tapatías, jaliscienses y federales de hace 30 años por varias razones. 

Asesinos. El día de las explosiones, don Juan escuchó por la mañana que Protección Civil Guadalajara anunció a través de la radio que no había riesgo de estallidos en la zona de Analco, que la gente podía seguir con sus actividades cotidianas. Pero no era verdad. 

“El 22 de abril, a las 9 de la mañana, oímos al noticiero de Notisistema y nos dijeron: ‘Pueden abrir, no hay peligro’, pero en menos de una hora se había acabado todo (…) se les ocurrió la brillante idea de poner hipoclorito adentro del conducto del desagüe. Tú tienes cinco sentidos y uno de ellos es el olfato, (y) si el olfato no te está marcando peligro, tú no sientes el peligro. Al ponerle eso, dejaron sin olor a la gasolina, no olíamos la gasolina que cinco o seis días antes había olido apestosamente”. 

Ladrones. A la fecha don Juan está convencido de que organizaciones de Estados Unidos y de la Unión Europea enviaron recursos al gobierno para apoyar a empresas y personas afectadas por las explosiones, pero el dinero, afirma, no se repartió. Él lo perdió todo y no recibió un solo peso del gobierno. Como él hubo muchos más. 

“Se quedaron con ellos (apoyos extranjeros). No nos dieron nada. La Cámara (de Comercio) de Guadalajara, ¿sabes qué nos dio? Cuadernos y lápices para que los niños fueran a la escuela (…) (Carlos) Rivera –gobernador sustituto de Jalisco tras las explosiones– y (Guillermo) Cossío –gobernador de Jalisco al momento de las explosiones– se portaron de la forma más asquerosa (…) hay una frase por ahí que dice ‘Cossío y Rivera, la misma porquería’. El Congreso del Estado, en lugar de apoyar a la población, se hizo a favor del gobierno (…) nos fue de la patada”. 

Sinvergüenzas. Acosta Fregoso recrimina que a 30 años de las explosiones aún no se esclarezcan los hechos y toda la información siga reservada.  

Además, critica que a la fecha no haya castigos en contra de quienes tuvieron algún grado de responsabilidad. 

“Luchamos contra el Congreso del Estado, luchamos contra el gobernador, cambiamos al gobernador, cambiamos la historia de Guadalajara o, más bien dicho, la historia nos cambió a nosotros. Sufrimos como pocos. Bola de asesinos, bola de ladrones, bola de sinvergüenzas. Porque no es nada más el que tiró la gasolina, sino también la bola de catervas que no sabían hacer nada por defender a Guadalajara. Si nosotros hubiéramos tenido dinero, o si (la tragedia) hubiera sido en una de las colonias grandes de Guadalajara, cómo le hubiera ido a Pemex. Pero la bola de ignorantes –Juan Fernando hace referencia a él mismo– no supimos defendernos del gobierno y el gobierno nos hizo pedazos”. 

NO QUEDÓ NADA

A Juan Fernando sólo le quedan recuerdos y un recuadro con el antiguo organigrama de su empresa. Producía baleros, pero cerró con la tragedia. 

“Teníamos un negocio en Gante y Nicolás Bravo. Ese edificio eran 800 metros cuadrados, teníamos 16 empleados… se acabó todo, no quedó nada. Ni los empleados ni los negocios. No quedó nada, todo se acabó (…) son 30 años que en la vida de un hombre común, como tu servidor, es sangriento, es doloroso, es pesado”. 

Recuerda lo que observó hace 30 años, pero a veces desearía no haberlo visto. El miedo, dice, se apoderó de los tapatíos y de él. 

“La tierra se levantó, dicen que a 60 metros de altura. (Hubo) carros subiéndose en las azoteas; a un tráiler lo agarró la explosión y lo mandó directamente al patio de la Escuela Abel Ayala. Una cosa terrible. Un espectáculo dantesco. La gente enterrada, enterrada viva. Las lágrimas se me salen de los ojos nada más de acordarme”. 

Pero los tapatíos se levantaron y actuaron. Juan Fernando resalta la reacción de los ciudadanos, la cual fue propiciada por ellos mismos y no por la autoridad.  

“Me inclino ante los ángeles de Guadalajara que nos apoyaron. Hubo gente dando dinero, la gente dando comida, la gente dando ropa a la gente de Guadalajara (…) Eso no se puede pagar con nada”. 

Juan Fernando añade que se queda con eso, con la unión tapatía a quienes les envió un mensaje: “Gracias”. 

(DUDA PERSISTE. La Red Jalisciense de Derechos Humanos aportó a este medio una imagen de las víctimas mortales del 22 de abril. Por respeto a ellas se muestra distorsionada, pero en la fotografía hay un cuerpo marcado con el número 756 en el pecho.)

Red Jalisciense de Derechos Humanos  cuestiona cifra de víctimas de la tragedia 

Doscientos doce muertos es el saldo oficial de la tragedia del 22 de abril de 1992, pero pocos la creen.  

En entrevista, Óscar González Garí, presidente de la Red Jalisciense de Derechos Humanos (RJDH), organización social que se creó para apoyar a las víctimas de las explosiones, mencionó que desde hace 30 años se exige una comisión de la verdad a fin de esclarecer los hechos y para que salga a la luz el verdadero impacto de las explosiones, pero a la fecha no se ha creado. 

Consideró que la cifra de 212 víctimas mortales no es creíble y que “todo el mundo” se ha encargado de ocultar la información real. Pareciera, añadió, que el gobierno le apuesta a que ya no quede ningún sobreviviente para hacer públicos todos los registros de las explosiones. 

Indicó que, según estimaciones de sobrevivientes, la cifra de víctimas fatales sería de alrededor de 700. Recordó que en su momento se hizo un censo, pero por cuestiones políticas tiene 30 años oculto. 

Apuntó que el registro lo realizó el Arzobispado de Guadalajara mediante Cáritas Diocesana; sin embargo, para evitar conflictos con los gobiernos habría preferido ocultarlo, ya que las cifras obtenidas no coincidirían con las oficiales. 

González Garí cree que la Arquidiócesis de Guadalajara debe abonar a la verdad y revelar ya ese documento. De hecho, la RJDH ya lo solicitó por escrito, pero hasta el momento no ha obtenido respuestas. 

Finalmente, llamó a que la Iglesia católica libere la información con motivo de los 30 años de la tragedia a fin de que las víctimas cuenten con un documento más para pelear su derecho a la verdad. 

Congreso, CEDH y gobierno federal han sido obstáculos

En vez de abonar a la verdad de las explosiones del 22 de abril de 1992, el Congreso de Jalisco, la Comisión Estatal de Derechos Humanos Jalisco (CEDHJ) y el gobierno estatal se han convertido en obstáculos.  

Así lo expresó Óscar González Garí, presidente de la Red Jalisciense de Derechos Humanos (RJDH), quien recordó que el Legislativo ha bloqueado en al menos dos ocasiones los intentos para crear una comisión de la verdad. La idea se impulsó primero en 2017 y luego este año, pero no se concretó. 

En cuanto a la CEDHJ, González Garí reconoció que en los últimos años ha promovido la creación de una comisión de la verdad, pero recriminó que este intento no considere a las víctimas, quienes deben estar en el centro. 

A la par acusó a la CEDHJ de no ser firme en sus exigencias al gobierno de Jalisco. En 2020, recordó, la defensoría emitió un informe sobre las explosiones, mismo que la RJDH calificó como impreciso y discriminatorio hacia las víctimas, pues sólo hizo referencia a un sector de ellas y no a todas. 

El gobierno federal es otra barrera. González Garí recordó que acompañó a don Juan Fernando Acosta en un juicio de 17 años contra Petróleos Mexicanos (Pemex), instancia a la que se considera responsable de la tragedia. En 1994 comenzó la odisea y terminó en 2011, cuando el Poder Judicial federal determinó que no se podía denunciar a la empresa estatal por los hechos del 22 de abril, pues se atentaba contra la seguridad nacional.  Lauro Rodríguez

CIFRA:  

  • 212 personas murieron en la tragedia del 22 de abril de 1992, según la versión oficial 

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