Una deuda histórica que aún no encuentra justicia

Víctor Chávez

La comunidad indígena de Mezquitán está por celebrar, el próximo 12 de diciembre, 313 años de existencia. Pero en realidad, su historia se mide en tres siglos de resistencia. Enclavada a poco más de 10 kilómetros del centro de Guadalajara, esta comunidad ha enfrentado invasiones, despojos, trámites interminables, procesos judiciales por décadas y la larga espera de una justicia que, pese a estar reconocida en papel, todavía no llega.

Una comunidad absorbida por la ciudad

Hoy, arribar a la comunidad de Mezquitán desde Guadalajara tomUna comunidad absorbida por la ciudada 25 minutos en automóvil. Pero no siempre fue así. “Estábamos tan cerca de la ciudad, pero a la vez tan lejos de ella y de la paz”, recuerda la señora Juana María, una de las voces que resguarda la memoria oral del lugar.

A principios del siglo pasado, el viaje podía durar horas: se hacía a pie o a caballo, por un camino sinuoso, que simbolizaba no sólo distancia, sino aislamiento.

Con el paso de los años, la mancha urbana fue alcanzando al núcleo agrario. La comunidad nació libre y rural; ahora sobrevive rodeada por la expansión metropolitana.

Una tierra codiciada desde hace siglos

Mezquitán tuvo que defender sus tierras incluso antes de asentarse de manera definitiva en 1690. Sus ancestros cultivaban la zona conocida como “Santiago” o “Mesa de Santiago”, donde se ubican las 26.93 hectáreas cuya historia jurídica, política y social atraviesa todo este relato.

Documentos virreinales y manuscritos conservados por la propia comunidad detallan que en 1644 fueron despojados por un grupo que, pese a una resolución favorable de las autoridades de la Nueva Galicia, utilizó la fuerza para quedarse con el territorio. Como si no bastara, durante años los pueblos originarios de Mezquitán fueron obligados a pagar renta cada primero de enero a los colonizadores, aun cuando aquellas tierras les pertenecían por derecho ancestral.

En 1690, las tierras salieron a remate por deudas de quienes eran considerados por los colonizadores como los “propietarios”. Los antepasados de Mezquitán reunieron, con sacrificio, recursos suficientes para participar y recuperar lo que siempre había sido suyo. El 23 de diciembre de ese año, la Real Audiencia les adjudicó oficialmente el territorio y dejó asentado: “Los naturales del Pueblo de Mezquitán son dueños legítimos de estas tierras y deben continuar en la libre posesión, sin que en adelante puedan ser turbados, como su Majestad lo manda”.

Ese título virreinal, emitido hace 335 años, permanece vigente en los archivos de la Secretaría de la Reforma Agraria, respaldado por una Resolución Presidencial de 1976 que reconoció y tituló los bienes comunales por 2,681 hectáreas.

  • Siglo XX: documentos en regla, pero nuevos conflictos

En 1978 y 1979, funcionarios federales realizaron las diligencias de posesión, deslinde y amojonamiento sin oposición alguna. La comunidad tenía –y mantiene– acreditada su propiedad.

Sin embargo, la paz no duró. En 2004, la entonces Secretaría de Comunicaciones y Transportes (hoy SICT) ocupó 26.93 hectáreas para ampliar la carretera Guadalajara–Ixtlahuacán del Río–Saltillo. Existía un convenio y un compromiso de pago. Pero pasaron 21 años, múltiples juicios, amparos y resoluciones de tribunales agrarios… y el pago no ha llegado.

“Nos sentimos agraviados”, expresa la comunidad en su posicionamiento. La demora, consideran, es un abuso de poder y una forma de violencia institucional: “Las deudas no se politizan; el que abona pagar quiere”.

21 años de litigios ganados, 21 años sin pago. La SICT está obligada por sentencia a cumplir. No solo porque existe un convenio firmado en 2004, sino porque todos los tribunales han dictaminado a favor de la comunidad. Sin embargo, la dependencia no ha entregado los recursos que corresponden por ley.

Para Mezquitán, el retraso es especialmente doloroso en un contexto simbólico: 2025 fue declarado Año de la Mujer Indígena. Las mujeres de la comunidad –junto con hombres, jóvenes y adultos mayores– son quienes han sostenido la lucha legal, la organización interna, la preservación documental y la defensa del territorio durante décadas.

“Ya pasó demasiado tiempo”, advierten. La paciencia está llegando al límite.

Un aniversario marcado por la incertidumbre

El próximo 30 de noviembre la comunidad celebrará su asamblea mensual para definir cómo conmemorarán los 335 años de su reconocimiento virreinal y los 313 años de su asentamiento actual. Pero también analizarán nuevas acciones legales y sociales, e incluso procedimientos de responsabilidad contra los funcionarios que han retrasado el cumplimiento de las sentencias.

Mezquitán ha pagado dos veces por sus tierras: una vez con dinero y otra con siglos de resistencia. Y aunque la historia ha confirmado su derecho en incontables ocasiones, la justicia –esa que debería ser inmediata– aún no termina de llegar.

Mientras tanto, ellos siguen ahí: defendiendo, recordando, resistiendo. Como lo han hecho por más de tres siglos.