
por Agustín del Castillo/ntrguadalajara.com
12 de Junio de 2023, 06:00 –
ES OTRO TEMA. Márquez Gutiérrez considera que en Jalisco no hay un déficit de recursos hídricos ni de tecnología,
En materia de agua, Jalisco mantiene un gran rezago, principalmente, por la aplicación de un modelo obsoleto de gestión, lo que deriva en una mala calidad del líquido de abastecimiento urbano, déficit entre el volumen abastecido y el requerido, sistemas de medición y monitoreo prácticamente inexistentes, casi nulo aprovechamiento del agua de lluvia, no separación de aguas grises y de lluvia en las construcciones, y el incumplimiento del saneamiento de la cuenca del río Santiago.
Así lo advierte el activista alteño y coordinador del Observatorio Ciudadano para la Gestión Integral del Agua en Jalisco, Juan Guillermo Márquez Gutiérrez, en un texto de su autoría denominado Agua en Jalisco, un modelo de simulación, el cual también señala que la mala gestión del líquido se nota en el incumplimiento de la reutilización del agua tratada, de la disminución de zonas de riesgo por inundación y de una mejor protección y cuidado de las zonas de recarga de los acuíferos.
“Las situaciones anteriores –entre otras– son un reflejo también de la falta de gobernanza, entendida ésta como el ‘arte o manera de gobernar que se propone como objetivo el logro de un desarrollo económico, social e institucional duradero, promoviendo un sano equilibrio entre el Estado, la sociedad civil y el mercado de la economía’ (…) Por otro lado, si aparentemente contamos con instituciones de vanguardia, un marco normativo y estratégico ideal en Jalisco, un gran conocimiento de la situación imperante, producto de análisis y estudios realizados por organismos de los sectores oficial, académico, privado y por investigadores independientes, ¿por qué no avanzamos en la solución de las diversas problemáticas relacionadas con la gestión del agua?”, cuestiona.
El texto recalca que la problemática se debe a que el verdadero déficit no es de recursos hídricos ni de tecnología, «sino de gobernanza democrática y sustentable de los ecosistemas y servicios de agua”. Es decir, ingeniería social y ambiental es lo que nos falta “más que ingeniería civil a la antigua usanza”.
Como el sistema político institucional no es lo suficientemente sólido y sus políticas (o acciones) no son consecuentes, sostiene que hay falta de gobernabilidad sobre el agua y las cuencas.
Para Jalisco, además, hay un uso político electoral en el tema agua: “Es decir, si abonan a las pretensiones políticas –personales o de grupo– e implican grandes cantidades de recursos económicos, se pueden convertir en prioritarias sin evaluar a cabalidad el costo-beneficio de las mismas, aludiendo que son de interés general o que buscan ‘el bien mayor’ y que se realiza ‘lo que nunca antes en las administraciones anteriores se atendió’. Pero todo ello ‘al más puro estilo del modelo de gestión de oferta’, es decir, ofrecer agua para subsidiar la economía y no asumir que es un bien escaso. El problema es que el discurso dice otra cosa.
Aunado a lo anterior, dichos proyectos no cuentan generalmente con la participación de expertos en la materia ni de ciudadanos, lo que lleva a grandes gastos o inversiones en obras que no rinden los resultados ofrecidos o esperados.
Para Márquez Gutiérrez, lo complejo es “gestionar cuencas con un enfoque integral, pues éstas requieren planes de desarrollo de mediano y largo plazo que trasciendan las administraciones, la realización de acciones inmediatas o urgentes, mediciones precisas, monitoreo en tiempo real” e, incluso, equipos de trabajo multidisciplinarios e intersectoriales, evaluación continua y seguimiento.
Ello significa que, de forma política, se cede buena parte de la iniciativa y del poder de decisión en los ciudadanos usuarios, lo cual arroja la sensación de que se pierde el control y las instancias gubernamentales pierden relevancia, pero pensar así es un error, apunta Márquez Gutiérrez, pues la autoridad podría sacar adelante proyectos reales y encaminar la solución de los problemas. Es por ello que se dicen en el discurso muchas cosas que no suceden en la realidad, advierte el activista alteño.
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