
por Agustín del Castillo / ntrguadalajara.com
26 de Abril de 2023, 22:38 –
(Foto: Cuartoscuro)
Mientras el interior del polígono protegido de La Primavera se ha mantenido, en cifras gruesas, relativamente estable en cuanto a usos de suelo desde 1980, en que se creó el área natural protegida (ANP), con unas 100 ha de asentamientos humanos nuevos, la zona de influencia ha cambiado radicalmente: han crecido 2,600 hectáreas de asentamientos urbanos y los usos agrícolas lo hicieron en más de 6, 400 ha, pero 4,461 ha regresaron al uso forestal.
Esto es la principal conclusión del reporte técnico del Estudio de dinámica de cambio de la cobertura forestal y los cambios en el uso del suelo (1975-2019) en el área de protección de flora y fauna La Primavera, elaborado para el organismo público descentralizado, del que NTR posee copia. Es un análisis de mapas sobre dos superficies: 30,500 ha del decreto del presidente José López Portillo, del 6 de marzo de 1980; y 101,639 ha, en la que a la ANP se suman 71,139 ha de la llamada zona de amortiguamiento (cinco kilómetros hacia afuera, a partir de las mojoneras del ANP), que como se sabe, nunca tuvo un
decreto de protección, y por lo tanto, quedó expuesta a los cambios.
Así, “para el periodo de análisis de 1976 a 2019, del total de la superficie del área protegida y su área de influencia (superficie de 101,641.29 ha), 39,093.61 ha permanecieron como tierras forestales, mientras que 9,196.42 ha presentaron deforestación, de las cuales más de 2,700 ha se transformaron a zonas
urbanas y más de 6,400 ha agricultura y pastizal o suelos desnudo. Sin embargo, para ese periodo de tiempo 4,461.08 ha presentaron procesos de reforestación, al recuperarse zonas de agricultura y pastizal o suelo desnudo a tierras forestales”.
Agrega: “el periodo en el que en el periodo de 1976-1985 fue cuando se tuvo la tasa más alta de pérdida de bosque mientras que en el periodo de 1976-2019 se identifican tasas de cambio negativas para todas las clases, excepto para las zonas urbanas, las cuales presentan una tasa de crecimiento de 4.77 por ciento por año”.
De este modo, las dinámicas de cambio difieren, sea al interior del polígono o en la vecindad inmediata, no protegida. Las 30,500 ha han sufrido procesos de urbanización pero sólo ha significado alrededor de 100 hectáreas desde 1980. En cambio, 2,600 ha de nuevos usos de suelo urbanos ocurrió afuera del polígono, frecuentemente a costa de las tierras boscosas.
Los usos de suelo de esas 101,639 ha quedan así, para el año 2019: 43,554 ha de tierras forestales (bosque y matorrales naturales, además de tierras recuperadas de la agricultura); 6,981 ha de pastizales inducidos para ganadería; 26,050 ha de tierras para agricultura; 36 ha de cuerpo de agua y 22,017.8 ha de zonas urbanas.
EL ESTUDIO
“Se obtuvieron en total 11 capas en formato vectorial de las coberturas del suelo para nueve fechas diferentes; se analizó un periodo de tiempo de 43 años (1976-2019). A partir del análisis de las imágenes Landsat se obtuvieron coberturas aproximadamente cada 5 años, mientras que para las imágenes Sentinel solo se obtuvieron para las dos fechas más recientes con un periodo de tiempo de 4 años”, explica el reporte técnico.
Para cada fecha “se identificaron seis clases de coberturas, presentándose la mayor parte de la cobertura de bosque dentro del polígono del área de protección de flora y fauna, mientras que la principal parte agrícola se localiza en el municipio de Tala. Entre las dos fechas extremas del análisis (1976 y 2019) se observa un fuerte crecimiento de la zona urbana en los municipios de Zapopan y Tlajomulco de Zúñiga hacia los límites del ANP, mientras que por la parte de Tala y El Arenal se observa un crecimiento de la actividad agrícola hacia el límite”.
Además, “cabe señalar que los pares de clases bosque y matorral, así como agricultura y pastizal o suelo desnudo, presentaron confusión durante la clasificación y la distribución espacial observada entre fechas, esta puede presentar discrepancias con poca lógica o probabilidad, principalmente en las clases de bosque y matorral. Lo anterior se debe a que la separabilidad espectral entre estos pares de clases es baja, así como a las diferencias en las características radiométricas, espectrales y espaciales de los sensores y las condiciones climáticas y de temporalidad de la imagen”.
GR
