
por Lauro Rodríguez/ntrguadalajara.com
17 de Diciembre de 2021, 06:00 –
Cincuenta y ocho años tuvieron que pasar para que la comunidad indígena de Ayotitlán, en Cuautitlán de García Barragán, renaciera. El poblado fue sustituido por la figura de ejido y provocó que cientos de comuneros tuvieran que desplazarse de su territorio por las amenazas que representan el crimen organizado y la minera Peña Colorada.
El domingo, resguardados por cuatro patrullas de la Policía Estatal, 470 indígenas se reunieron en la comunidad de Zacapolole con el fin de ver el resurgimiento de su legado ancestral.
El Consejo Autónomo de Autoridades Nahuas Tenamaxtla de Ayotitlán (CAANTA) se encargó de visitar los asentamientos y unirlos para iniciar una lucha legal y no violenta por el reconocimiento. El primer paso fue crear nuevamente la asamblea.
“De no haberse dado esta asamblea y la reorganización de las autoridades tradicionales en el CAANTA, la C.I. (Comunidad Indígena) de Ayotitlán se hubiera extinguido, como tantas otras del país y el occidente, víctimas del ecocidio, la discriminación, la exclusión y el etnocidio”, describe la minuta.
A la par de esta actividad, la Red Jalisciense de Derechos Humanos (RJDH) celebró que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) esté por iniciar acciones para que el gobierno federal por fin abra un cana
