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Abundan los factores de violencia comunitaria: Investigadoras

La falta de banquetas y alumbrado público, el estado de los paradores de autobu­ses, así como la abundancia de lotes baldíos y de muros ciegos, provocan que mujeres de todas las edades tengan que prever rutas para evitar agre­siones contra ellas/Foto: Archivo Página 24

Menos de 20% del territorio que comprende el área metropolitana tiene “entornos seguros” para las mujeres, quienes deben cuidarse de no ser blanco de agresiones al salir a la calle

La falta de banquetas y alumbrado público, el estado de los paradores de autobu­ses, así como la abundancia de lotes baldíos y de muros ciegos, provocan que mujeres de todas las edades tengan que prever rutas para evitar agre­siones contra ellas, al trasla­darse en la vía pública.

Es así como el entorno ur­bano se vuelve hostil contra ellas y cataliza la presencia de la violencia comunitaria, que es aquella que padecen las mujeres al caminar por el espacio público.

Tras varios estudios, in­vestigadoras del Centro Uni­versitario de Arte, Arquitec­tura y Diseño (CUAAD), pertenecientes al Instituto de Investigación y Estudios de las Ciudades (INCiudades), han constatado que sólo una pequeña fracción del Área Metropolitana de Guadalajara (AMG) es apta para evitar la violencia comunitaria.

“Sólo 17 por ciento del territorio cuenta con las con­diciones, el resto es inseguro para las mujeres; (es decir: 87 por ciento de la ciudad no ga­rantiza la seguridad en cuanto su urbanística)”, menciona la Secretaria Técnica de INCiu­dades, doctora Adriana Inés Olivares González.

Dicha inseguridad que se­ñalan las académicas se basan en dos características que no abundan en la mayor parte del AMG: la diversidad funcio­nal y los usos de suelo mixtos (para que coexistan comercios, servicios y viviendas en una misma zona).

Con estos dos ejes, que son los más importantes, mencio­nan, las calles pueden estar concurridas y no solas, y exis­ten más ojos hacia lo que ocu­rre en los vecindarios, lo que evitaría la incidencia de vio­lencia contra las mujeres.

En 2017, estas académicas realizaron el estudio “Progra­ma de prevención de violencia contra las mujeres durante la movilidad urbana cotidiana en el transporte público”, a peti­ción del extinto Instituto Jalis­ciense de las Mujeres (IJM), con el que se desarrollaron dos estudios de caso, uno de éstos en la colonia Las Huertas, de Tlaquepaque.

En esa zona habitacional, las investigadoras caminaron por cada calle para identificar la cantidad de baldíos, la falta de alumbrado, condición de visibilidad de paraderos de au­tobuses, muros ciegos, las ban­quetas y más.

Todo esto influye en la se­guridad y la percepción de la violencia, describieron. Las investigadoras recabaron in­formación, a una muestra de 300 habitantes, sobre cuáles consideraban lugares seguros e inseguros.

“Con este estudio nos di­mos cuenta de que había una fuerte coincidencia entre esas condiciones del territorio, con la percepción de seguridad y propia inseguridad que vi­ven los habitantes. Hicimos un mapa del lugar, en el que traslapamos las condiciones del territorio con la seguridad percibida; nos dio un total aco­plamiento”, detalló.

En otro mapa, ya del AMG, creado por el IJM, se puede apreciar como diversas zonas periféricas, donde los entornos urbanísticos son hostiles, tam­bién son donde hay mayor per­cepción de inseguridad.

“La violencia comunitaria no la vemos en Andares, sino en zonas menos privilegiadas como Las Huertas. El territorio es fundamental para mejorar la seguridad”, recalcó Olivares González.

La investigadora del INCiu­dades, doctora Érika Adriana Loyo Beristaín, recordó que en 2017, ONU-Hábitat consideró la gran importancia de que las ciudades sean “cuidadoras”, no sólo de las mujeres sino de cualquier grupo vulnerable, por lo que es necesario repensar la ciudad desde el territorio, hasta la diversidad de usos de suelo.

“El AMG no es un área neu­tra, tiene 83 por ciento de su territorio que no es seguro para las mujeres, diversas violencias se ejercen en ésta. Buscamos evidenciar cómo el AMG no promueve el cuidado ni lo con­sidera en el diseño de su terri­torio, desde la estructura de las banquetas, donde no cabe ni una silla de ruedas o carriola, hasta el tema del alumbrado”.